lunes, 31 de diciembre de 2007

DE SABIOS Y DEMAS ANIMALES


Ayer estuve navegando por la red y me encontré, no sé cómo, con el blog del gran maestro Andreu Buenafuente. Historias graciosas como es habitual en él, también profundas, como también es habitual en él. Pero hubo algo que me llamó la atención especialmente, se trata de una poesía que le regaló un transeúnte. Un, digamos, poeta de secano, y que me hizo pensar. Es por eso que, con el permiso del maestro y con la anuencia del autor, la copio a continuación:





IGNORANCIA

Me quejo de la insensatez
Protesto reiterado la tontería
Increpo con fuerza la hipocresía
Escupo en la estupidez

Pataleo a la incultura
Desprecio la ausencia del intelecto
Me río del atontamiento
Lloro por la perdida cordura

Pido derecho a la idiosincrasia
Reclamo respeto al ingenio
Repetirme en el trienio
Y olvidar la ignorancia.


Tal vez el amable lector, al igual que yo, opine que eso, de poesía, solo tiene la rima. Y no le falta razón, pienso yo. Lo veo mas como una declaración de principios, pero con muchos "peros". El primero, y quizá el más importante, es que, si bien protesta contra lo que se podría llamar como "fallas" en las personas, llámese insensatez, hipocresía, atontamiento, ingenio, ignorancia, etc., también es de agradecer que existan todas esas facetas del ser humano. Aunque solo sea para que los sensatos, listos, ingeniosos, sabios, etc., puedan destacar y ser reconocidos por ello. Porque, digo yo, en mi inmensa ignorancia, si todos fuéramos sabios, ingeniosos, cuerdos, inteligentes... ¿dónde estarían los genios? ¿qué nos llamaría la atención? ¿a quien podríamos subir en el pedestal de la sabiduría y de la integridad humana?. Todo en este mundo funciona por un ying y un yang, a cualquier cosa positiva le acompaña algo negativo. No puede haber, como comentaba el otro día, inocentadas si no existe un inocente y un bromista. No pueden existir los dictadores sin sumisos cobardes. No hay maltratadores sin víctimas, ni timadores sin pardillos. ¿De qué sirve ser inteligente si no hay un lerdo que admire tu inteligencia?. De hecho, si todos tuviéramos un coeficiente intelectual alto, nadie destacaría y el mundo sería muy aburrido. Y eso se puede extrapolar a todas las facetas que rodean nuestra vida. Todo es planteárselo y meditarlo, y hallar muchas respuestas a las múltiples dudas que nos rodean.
Cambio de tercio, a ver como sale el toro después de las banderillas. Poco a poco voy saliendo del pozo, pero eso sí, como un triunfador, por la puerta grande. Sin dejar de mirar a las zancadillas que te pueden hacer caer, pero por la puerta grande, como los señores. Sigo mirando de reojo a las escaleras, porque es muy fácil el caerse por ellas, por empinadas y estrechas, pero avanzando. Siempre avanzando. Y es que en esta vida hay que tener en cuenta que toda acción tiene su reacción. Y, basándonos en la teoría del ying y el yang, toda buena acción, es seguida de una buena reacción; y viceversa. A parte de rodearme y acercarme mas aún a la gente que de verdad me quiere, lo cual es un empuje muy importante, se reciben mensajes, citas, detalles, información al fin y al cabo, que reafirman mi teoría de que si te comportas bien y eres buena gente, eres recompensado tarde o temprano. Esta mañana he recibido un SMS que me ha dado un subidón bastante importante. De una persona para la que, en poco tiempo, he sido muy importante. Que no sé por qué, pero que la he calado muy dentro, por lo que se ve. A uno en estos casos se le pasa por la cabeza apoyarse en esa persona, que está indefensa ante ti, para subir escalones, pero por un lado eso sería un poco rastrero teniendo en cuenta los medios, que no siempre justifican el fin. Por otro lado, sé a ciencia cierta que apoyarme en esa persona le haría mucho bien, porque sé que lo está esperando y que es lo que más desea. Además, sé que para subir tendría que ser malo, y que a ella le gustaría, porque uno cuando es malo, como decía la gran Mae West, es mejor. Tengo la extraña habilidad de ser malo sin hacer mal. Y eso, en estos tiempos que vivimos, es muy de agradecer por escaso.
Al final, todo se resume en el pensamiento oriental, en saber equilibrar la balanza de lo positivo y lo negativo, en ver hasta donde estás dispuesto a llegar y lo que cuadra con tu ying o con tu yang. La respuesta, como casi todo en esta vida, compleja. Pero para eso estamos los sabios, inteligentes, sensatos, cultos y cuerdos, para hallar una respuesta sencilla a algo tan complicado como es la idiosincrasia humana.

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