domingo, 30 de diciembre de 2007

IGLESIA


Esta mañana se ha llevado a cabo en la Plaza de Colón de Madrid uno de los encuentros que organiza la iglesia de vez en cuando para defender sus valores. Valores que ellos estiman sagrados y auténticos. Los únicos y verdaderos, vamos. En este caso, el sagrado valor de la sagrada familia. Todo muy sagrado. Lo que a ellos les interesa es sagrado, el resto no.
La iglesia ha montado desde sus inicios un entramado de sentimientos, miedos, poder, información, saqueo, asesinatos, guerras y un larguísimo etcétera que la ha convertido en lo que es. Llevan desde siglos siendo incuestionables. Lo que ellos decían, era lo que valía, aunque vaya en contra de la naturaleza humana. Aunque vaya en contra de lo que, supuestamente, les inculcó su creador. Entiendase como la humildad, el apoyo a los necesitados, el servir a los mas desvalidos y conseguir la paz entre los ciudadanos. Han hecho durante siglos todo lo contrario. Han sido los culpables de la mayoría de las guerras desde su creación. Han torturado y asesinado en nombre de un ideal inventado por ellos, que no tenía nada que ver con sus principios originales. Se han convertido en un grupo de poder inmenso que decidía la suerte de millones de personas. Han amasado la que posiblemente sea la mayor fortuna de este planeta. Han creado, por medio de la confesión y con la excusa de su secreto, el mejor y mas perfecto equipo de información que haya existido. Han conspirado, puesto y quitado gobiernos que les interesaba o no. Pasan continuamente del bienestar de la gente y de la pobreza en el mundo. Mientras, convencen y obligan a sus seguidores a mantener la grandeza de la iglesia. Piden donaciones para crear o restaurar templos, para crear iconos de sus santos, para que la iglesia sea vista desde el espacio exterior, vamos. Pero nada de lo que en un principio se les inculcó.
Y pretenden, en estos tiempos que corren, en los que la información se generaliza, en los que la investigación y el conocimiento se extienden como la pólvora, pretenden que se les crea, que se les apoye. Pretenden seguir siendo lo que fueron, decidir sobre lo que es justo y lo que no lo es. Decidir, hoy por ejemplo, lo que es una familia y lo que no lo es. Defender el sagrado vínculo del matrimonio, aún cuando éste no funcione. No se dan cuenta que, posiblemente, ellos sean uno de los grandes culpables del sufrimiento que han corrido las mujeres dentro del matrimonio, cuando no de su muerte. Deciden, en lugares tan peligrosos y necesitados como puede ser África, que no se use preservativos para mantener relaciones sexuales. Lo primero es lo primero, sexo si, pero solo para procrear. Usar condón es pecado. No lo es, en cambio, el imparable aumento de enfermos de sida en ese continente. Es pecado romper el sagrado vínculo del matrimonio. No lo es, por supuesto, el aguantar las vejaciones, humillaciones, golpes e incluso la muerte, a manos de tu marido, al cual debes obediencia ciega y sumisión total.
Por suerte, cada vez son menos los que creen en la iglesia. Son mayoría los que creen en la religión, pero no en sus autoproclamados pastores. Es el principio del fin de esa secta, aunque dicho final sea largo. Por mucho que intenten modernizarse, nunca estarán a la altura de las circunstancias, porque su orgullo y su prepotencia les impide reconocer sus errores, les impide reconocer que su mundo no está a la altura ni en consonancia con el mundo real. Pero claro, tienen el circo tan bien montado y con unos pilares tan sólidos, que es difícil que se desmorone en un santiamén. Hay muchos cerebros lavados y saben como captar adeptos. De hecho se obliga a entrar en su mundo. Si estudiamos un poco nuestra vida, vemos que todos los pasos importantes que damos pasan inexorablemente por ellos. Al poco de nacer, nos bautizan/marcan como uno de ellos. A los pocos años, la comunión, luego la confirmación. Cuando decidimos dar un paso importante en nuestra vida, como puede ser compartir tu vida con otra persona, pasamos por la capilla a que nos bendigan. Incluso para morirnos tenemos que pasar por ellos. Y ay del que no siga esas normas. Los niños, poco menos que marcados si no se bautizan o toman la comunión. Los matrimonios no bendecidos por ellos, pecaminosos. Y quien se muera y no pase por su salvoconducto para la otra vida, la lleva clara también.
Por último, recordar las palabras de un sabio de mi barrio: las peores personas son los beatos. Alejate de ellos Justi. Porque pueden hacer cualquier barbaridad, se comportan vilmente, porque tienen la seguridad que el domingo en misa, después de confesarse, lavarán sus pecados y estarán limpios. Menudo chollo tienen con eso. Alejate de ellos.
Y que razón tiene.

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