lunes, 3 de diciembre de 2007

HEROES ANONIMOS

Menuda visión la que debieron tener ayer los vecinos y demás habitantes de mi barrio, al ver salir de mi casa, con paso firme y decidido, a un padre y su hijo. Este último con un maletín en la mano, en el cual portaba un taladro-percutor-atornillador-desatorinallador y algún que otro "or" mas. El padre, con un lápiz de carpintero en la oreja y con la vista fija al frente, enfrascado en profundos pensamientos y con la luz típica del que piensa: "vamos a hacer algo grande". ¡Qué visión! ¡Qué entereza la de ambos! ¡Nunca antes se había visto a dos personas caminar juntas con tanta decisión anímica!. Su destino: el hogar del hijo. Su misión: colocar cuatro escuadras en un armario descuadrado. ¡Qué valor la de estos dos hombres curtidos en mil batallas!. La labor la realizaron sin contratiempos, con profesionalidad. El padre en su tarea de ingeniero competente dirigiendo la operación de atornillado-desatornillado. El hijo, fiel a su amplia determinación, siguiendo las indicaciones de su padre. ¡Qué resultado tan limpio el conseguido por ambos! Recogida de instrumentos y a por la recompensa tan merecidamente ganada: un par de cervezas para ambos. Pero la recompensa ya la habían tenido un tiempo atrás. Su recompensa fue el realizar juntos algo tan sencillo como poner cuatro escuadras en un armario descuadrado. Un padre y su hijo haciendo algo juntos. Esa si que es una recompensa. Nuestra recompensa. Para mi padre con todo el amor de su hijo.

Y despues de tan importante y complicada tarea, algo de relajación en el mar. Cuidado con el tiburón, se dirige siempre al puntero del ratón. Relajante... y rallante.

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