jueves, 17 de enero de 2008

LA VERDAD NOS HARA... INFELICES


Anoche tuve un sueño. No voy a dar detalles, solo decir que era muy realista. No era el típico sueño en el que aparece gente conocida pero con cara distinta. No. Ayer cada persona tenía su cara. Como debe de ser. Soñé la realidad que a veces parece que se olvida, el pasado que tiende a desaparecer, el futuro que te niegas a asumir. Y es que esta jodida neurona es la leche. ¿Pues no le da por trabajar cuando el resto del cuerpo descansa? Yo, la verdad, me lo paso muy bien con ella. Es ocurrente y divertida. Tiene sus ramalazos de vez en cuando, pero es la leche. La quiero de verdad de la buena. Pero no solo eso. Es que a veces, como anoche, le da por darte una colleja y hacerte volver a la realidad de una manera sencilla pero brusca. Cuando ve que el corazón se quiere hacer con el mando, y aprovechando que está herido, le asesta un mazazo de realidad que lo deja en su sitio, en un rincón curando sus heridas. Una aprovechada, vamos. O quizá una defensa contra la mentira, el engaño y las apariencias que pueblan este planeta. Y es que estamos rodeados de mascaras y disfraces. Los extraños seres de esta tierra los usamos para distintos fines, bien sea para aparentar lo que no somos, para defendernos de nuestras debilidades o simplemente por vicio. La dificultad y el reto están en saber ver a través de esas mascaras y disfraces. Consiste en saber a ciencia cierta, o lo mas aproximado posible, qué se esconde detrás, cual es la realidad de las personas. El que no lo hace así, corre el riesgo de equivocarse. Hay que ver la verdad de la gente, y actuar en consecuencia con ellos, en todos los campos de la vida. De este modo limitarás en lo posible el llevarte sorpresas desagradables.
Me he dado cuenta que existe, al menos, una montaña rusa subterránea. La mía. ¿Cual si no?. He visto que cuando te encuentras en el punto mas alto de esta atracción de feria, lo único que consigues es estar a ras del suelo, con la gente normal. Tal vez en alguna ocasión consigas despegar unos metros mas arriba, pero pocos. El resto del viaje, está bajo tierra, lleno de subidas y bajadas, de tirabuzones imposibles y de frenazos y acelerones irracionales. Hay gente que la ha visto funcionar, y se sorprende del camino que pueden llevar esos vagones. De como no descarrilan o mandan a su ocupante a pasear por el aire. Es muy fácil que te produzca vértigo y que estés a punto de saltar en marcha. Aunque también produce sensaciones que ríete del Dragon Khan.
Hoy vuelta al trabajo. Que lo que para muchos es agobiante y una mala noticia, para mí no lo es. Reencuentro con los compañeros, felicitaciones francas y el buen ambiente que siempre nos ha caracterizado. Unas risas, una movida para ir entrando en calor, y a funcionar de nuevo.
Acabo este post con un recuerdo a una persona muy especial para mí, a la que no lloré en su día y que me marcó profundamente. Un ente con una personalidad muy tierna y fuerte a la vez. Una persona a la que creo que no le llegué a decir lo que sentía por ella, aunque lo presintiese. Un recuerdo también a las lágrimas que no derramé por ella y que se convirtieron en la incubación de una tristeza profunda que siempre me acompañará. Y es que no hay nada mas duro que ser duro. No hay nada peor que no poder llorar cuando sientes esa necesidad. Porque, al final, esas lágrimas que no sueltas, te pasan factura. Es una cosa mas que envidio y admiro de las mujeres, su capacidad de llorar, cuando esas lágrimas son sinceras.

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