jueves, 3 de enero de 2008

BORRACHO, PENDENCIERO, MUJERIEGO... Y CABALLERO


Recuerdo cuando empecé en este trabajo que actualmente me ocupa, una charla con uno de los veteranos. Bueno, recuerdo algo de aquella charla. Recuerdo que me contaba que cuando se creó, hace casi dos siglos, sus miembros auténticos debían ser borrachos, pendencieros y mujeriegos, pero también unos caballeros.
"¡Mira que bien!" pensé yo. Había acertado de pleno. Aunque con matices. Siempre hay matices. No todo es blanco o negro, hay una amplia gama de colores enmedio. Si no, que se lo pregunten a las mujeres, que inventaron el color fucsia y que son las únicas capaces de distinguirlo.
Matices, esa es la clave. Porque uno no es un borracho; si un bebedor, pero no borracho. No es que nunca me emborrache, que no quiero mentir ahora, es que cuando llego a ese estado me arranco por peteneras y salgo escopeteado. Desaparezco. Uno también es pendenciero. Si bien no en el sentido mas estricto de la palabra. Busco pelea, pero a poder ser verbal. Discusión lo llaman algunos. Es una lucha inteligente por hacer valer tus ideas o tu punto de vista. A veces se gana, a veces no. Para eso uno también es abierto de mente. O mas bien debería decir abierto demente. En cuanto a las mujeres, pues si, también puedo considerarme mujeriego. Me gustan las mujeres más que las "papas aliñás". No es que vaya entrando a todo ente femenino que me encuentre, ni mucho menos. Que uno ya no está para esos trotes y es mucha faena para mi pobre y solitaria neurona. Pero me gustan las mujeres, y mucho. Lo cual me convierte en mujeriego. Por último, un caballero. Ahí si que hay pocos matices que añadir. Uno es de los que cede el asiento a las damas, la puerta al entrar a cualquier sitio, el paso en las aceras o pasillos de los supermercados. No cuenta sus andanzas de mujeríos a nadie. Por lo menos no cuenta detalles. Se les ayuda en lo que se puede, como en la foto, incluso en alguna ocasión les he abierto la puerta del coche para subir o para bajar. No les levanta la voz ni las insulta, aunque esto no entra dentro de la caballerosidad si no de la educación. En definitiva, y de una manera mas o menos actual, un caballero. El conflicto llega cuando no te encuentras con damas. Como en otra entrada comenté, para que exista un caballero, para que uno se comporte como un caballero, debe existir una dama, o una mujer que se comporte como una dama. Y eso, tristemente, cada vez es mas difícil de hallar.

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