sábado, 19 de enero de 2008

LA LUNA ME SABE A POCO


Ayer falleció Bobby Fischer, considerado el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos. Un tipo extraño y extravagante, con un coeficiente intelectual mas alto que el mismo Einstein, pero que no lo supo aprovechar, o quizá que dedico la mayor parte de esa inteligencia para su pasión, el ajedrez. Murió a los 64 años, el número de casillas que tiene un tablero del ajedrez, casualidades de la vida. La cuestión es que los que nos gusta el ajedrez, nos quedamos un poco huérfanos. Ya sé que nunca le he visto ni he tratado con él, pero lo que duele es saber que no queda ninguna oportunidad de saber de él, de que cree alguna genialidad de las suyas en el tablero, que ya no hay posibilidad de que aparezca por internet jugando con otro nombre, tal y como rezan algunas leyendas urbanas. El dolor por la pérdida de alguien se debe a la imposibilidad de volver a verle, o hablarle, o tocarle. En definitiva, de saber algo de esa persona. Aunque no lo hayas visto nunca, o haga tiempo que no lo has visto, siempre queda la esperanza de un encuentro, de tener noticias de esa persona. Salvo en el caso de que haya muerto. Yo he perdido a varios familiares, como todo el mundo; y en mi caso, eran personas a las que veía poco, quizá una vez al año o cada dos años. Con esto quiero decir que lo que pierdes no es un trato diario, ya que no lo tenías. Pierdes la posibilidad o esperanza de volverle a ver. Mención aparte las muertes prematuras en las que lo que mas duele es la vida que esa persona ha dejado de disfrutar, la pérdida de su futuro. Al final, lo que siempre queda de la gente son sus recuerdos, como ya dije en otra ocasión. Y viendo los recuerdos que cada persona crea en otra, se sabe la huella que ha dejado en ti, lo que le has conocido y lo que ha sido. Lo dicho anteriormente, el cielo, o el infierno... o quizá el limbo.
Anoche, cuando ya me retiraba a casa a cenar, en lo que prometía ser otra noche de viernes vulgar, recibí una grata llamada, seguida de una grata visita y una grata cena en casa. Lo que aconteció después también fue grato, y mucho. Una pelea audaz y salvaje hasta conseguir domar a una yegua y la verdadera recompensa a todo eso: un abrazo sincero mientras te quedas dormido. Cuando se ha ido esta mañana me ha dejado un poco vacío, pero al mismo tiempo una sensación de alivio. No es desagradecimiento, ni mucho menos, al contrario. Es muy de agradecer que la gente sepa cuando llegar, cuando quedarse, y cuando irse. Para ella, esta canción:


Decía que tenía el corazón alicatao hasta el techo,
que a ver si no podía hacerle yo una cenefa a besos
pa llenar de porvenir los bolsillos del mandil
y colgar un recuerdo de cada azulejo,

y es que le da más asco que aguantar como un peñasco
a que pase el invierno,
que le diga que ya nos veremos,
que ha vivido en un silbido
orgullosa de haber sido una yegua sin freno,
desgastada de andar por el suelo,

le dije que a la noche por los poros me salían mares,
soñando que me hablaba y me agarraba a sus cuerdas vocales,
que no hay quien pueda dormir escuchando mi latir,
que parece que está masticando cristales,
tengo un gato en las entrañas, un tembleque en las pestañas
y muy poco tiempo,
si me dice que ya nos veremos,
voy rompiendo las persianas pa dejar por mi ventana
el camino abierto,
si se cansa de andar por el suelo,

pondremos el mantel, tu quédate a mi lado,
a comernos al amanecer lo que quieran las manos,
y de postre un sol maldito que termine de volverme loco,
que ya sabes que la luna a mí siempre me sabe a poco.

Decía que tenía el corazón alicatao hasta el techo,
que a ver si no podía hacerle yo una cenefa a besos
pa llenar de porvenir los bolsillos del mandil
y colgar un recuerdo de cada azulejo,

pondremos el mantel, tu quédate a mi lado,
a comernos al amanecer lo que quieran las manos,
y de postre un sol maldito que termine de volverme loco,
que ya sabes que la luna a mí siempre me sabe a poco.



Frase del día: "soy feo, pero tengo una teoría de la compensación que te vas a enterar"

No hay comentarios: