lunes, 12 de mayo de 2008

VENTORROS Y LIBACIONES


Todos en esta vida, o casi todos, nos hemos corrido alguna juerga de esas que denominamos inolvidable. Con consecuencias mas o menos graves o mas o menos lesivas para nuestro estado de salud. Borracheras inconfesables en las que hemos conseguido que el parecer de la sociedad hacia nosotros cambie drásticamente a peor. Alguna vez hemos tirado por el suelo, por culpa de esas juergas, todo el crédito social que tanto nos ha costado lograr con el paso de los años.
También creemos que eso es algo que hacemos hoy en día, que antiguamente, no se hacían esas cosas. Que la gente era mas cauta y mas sensata. Nada mas lejos de la realidad. Pongo a continuación una historia real ocurrida en 1906, dentro de la Guardia Civil, en la que se demuestra que lo dicho anteriormente es cierto como la vida misma.

"Al regresar de la capital para incorporarse a su puesto el guardia segundo de la Comandancia de Toledo Fulanito de Cual y Pascual, se permitió penetrar en un ventorro, embriagándose hasta el punto de perder el sombrero y un paquete de cartuchos, dando un espectáculo escandaloso en la estación de la vía férrea de Torrijos, en cuyo andén se tendió abandonando su fusil, volviendo después a una taberna, en la que continuó las libaciones que le produjeron su deplorable estado. S.E. el General Director del Cuerpo, teniendo en cuenta el carácter grave que reviste dicha falta, atentativa al buen nombre del Instituto y decoro de su uniforme, ha dispuesto la inmediata expulsión del citado individuo y que esta resolución se haga pública en el Resumen de Servicios, para que llegado a conocimiento de todos los que lo componen, les sirva de saludable advertencia."

De todo esto, me quedo con el ventorro, local que por desgracia ha desaparecido de nuestra geografía, y con las libaciones que le produjeron su deplorable estado. Dignas de enmarcar.
Es evidente que, con esa disciplina y con esa política de selección de individuos dentro de la Guardia Civil, es difícil, aunque no imposible, que miembros de este cuerpo se dediquen a actos mafiosos y delictivos tan reprobables y tan de triste actualidad. Es sangrante que, los que deberían dedicarse a la seguridad y bienestar de las personas, hagan exactamente lo contrario. Probablemente, el peor acto que puede realizar un policía. Y eso que además son, junto con los policías autonómicos, los mejores pagados.

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