sábado, 5 de abril de 2008

CABEZA DURA Y DURA Y DURA Y DURA...


La de veces que me habrán dicho, a lo largo de mi ajetreada vida, que soy un cabeza dura, un cabezota, un duro de mollera y varias lindezas más. No me refiero a otro tipo de improperios, que también los ha habido. Me refiero a todos los referentes a esa parte de mi anatomía que se encuentra por encima de los hombros y por debajo del sombrero: mi cabeza. Ese apéndice que contiene uno de mis mayores tesoros, mi neurona. Triste y solitaria ella. Pero no es de mi neurona de lo que quería yo hablar hoy. Es del continente de esa neurona. De mi cabeza física. De los huesos, piel, pelo (escaso)... que la pobla. Esta semana me he dado cuenta que todos aquellos que me decían aquello, tanto en forma de halago como de insulto, todos ellos, repito, tenían razón. Han tenido que pasar mas de tres décadas para que me convenza de ello y para que haya tenido que demostrar la realidad mas cruda. Soy un cabeza dura. Y es que los tres golpes que llevo esta semana en la parte mas alta de mi ser humano así lo han verificado. El primero, el domingo pasado, no fue excesivamente fuerte. La superficie sobre la que hice la prueba, tampoco. No vamos a empezar con excesos, digo yo. La segunda, el miércoles, ya fue contra una superficie algo mas contundente. El golpe produjo una leve erosión en la cabeza, pero no cascó como una nuez. La tercera, y espero que última, fue ayer. Esa si que fue una prueba dura y severa. La superficie, dura de cojines. La forma, angulosa. El impulso dado por el cuerpo para que se produjera el choque, también fue importante. El resultado, como no podía ser de otra manera, también fue digno de merecer. Pajaritos revoloteando en mi cabeza, estrellas nublando mi vista y un chichón que ha conseguido que, si antes medía 1'80, ahora mida 1'81. Hubo algo de sangre, aunque nada escandaloso. Creo que la coronilla me va a empezar un poco mas arriba de lo deseado, pero nada del otro mundo.
En definitiva, que he comprobado y demostrado mas allá de lo razonable, que soy un cabeza dura. Tres golpes de esa magnitud en el mismo lugar y en un espacio tan reducido de tiempo avalan la teoría de que soy un cabeza dura. También avalan el hecho de que se me considere un perturbado. No se puede agitar de esa manera a mi pobre neurona y esperar que luego responda como debiera. No señor.
Espero que esta parrafada anterior sirva como excusa para todos mis desvaríos y mis desmanes. Es la mejor manera de pedir perdón a todos los afectados y afectadas. Me ahorro el estar repitiéndome como el chorizo, y me ahorro un pastón en teléfono.
Por cierto, también me han llamado muchas veces cara dura, pero eso, lo reservo para otra entrada.
Frase del día: "nadie sabe lo que es sufrir un atasco, hasta que no padece uno intestinal"

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