miércoles, 19 de noviembre de 2008

ECONOMIA ECONOMICA


Ayer escuché en la radio que el Sr. Presidente del Gobierno de mi país, de España mas concretamente, había anunciado que no iba a realizar una rebaja de impuestos, que en tiempos de crisis, el gasto público no podía disminuir, si no aumentar. Todo esto lo diría, imagino, asesorado por el ilustre Ministro de Economía que nos ha tocado sufrir. Un tipo que ya en anteriores gobiernos nos arruinó y que ahora, sorpresivamente, le han vuelto a dar la responsabilidad de velar por la economía de nuestro sufrido país.
Yo no es que sea un lumbreras con esto de la economía y tal, de hecho, no hay mas que ver mi cuenta corriente para ver que no es mi fuerte. Pero si sé que uno mas uno son dos. También sé que, si no se rebajan los impuestos, los sueldos se congelan o suben poco, y los precios siguen al alza como parece que es la tendencia actual, el dinero del que dispondremos los españolitos de a pie va a menguar. Por supuesto, si tenemos menos dinero, gastaremos menos; es mas, gastaremos mucho menos por aquello de ahorrar para posibles peores momentos económicos.
Con todo esto, los millones de personas que viven del consumo (desde el tendero del barrio hasta el vendedor de coches, pasando por un sinfín de profesionales, autónomos y empresarios), disminuirán sus ingresos, con el peligro de que tengan que cerrar negocios o plantear una suspensión de pagos de su empresa. El Estado, con el dinero que ha recaudado de los impuestos, que aumentará con total seguridad, impedirá que estas grandes empresas, sobre todo ellas, se vayan al traste, con la sana intención de evitar que el número de parados aumente.
¿Qué es lo que tenemos aquí? Pues algo muy sencillo: el Estado prefiere manejar el dinero y ser él quien lo distribuya como mejor crea conveniente, bien sea con ayudas a sectores financieros, a sectores familiares, a sectores amigos, etc. La economía se estanca y es el Estado el que tiene que reavivarla con el dinero de todos, decidiendo él cuando, donde y como.
Luego tenemos la otra cara de la moneda, basada en la reducción de impuestos. Una rebaja que, como se verá posteriormente, no implica un menor ingreso de dinero en las arcas del Estado. Si disminuyen los impuestos, el ciudadano de a pie dispone de mas dinero para gastar, para consumir. Con esto conseguimos, por una parte, que la economía se reactive, que el dinero se mueva, los profesionales, autónomos y empresarios pueden mantener abiertos sus negocios. Pero aquí viene lo bueno, resulta que el Estado ingresa una cantidad importantísima de dinero a través de los llamados impuestos indirectos, entiéndase IVA. Resulta que, cada vez que realizamos una compra, un gasto, el Estado se reembolsa una parte de ese gasto, con lo cual los ingresos aumentan. La única pega es que el dinero circula por donde deciden los consumidores, no por donde decide el Estado, con lo cual no pueden hacer favores a sus amigos ni pueden ser ellos quienes decidan acerca de como se distribuye el dinero.
En definitiva, el Estado ha pasado de ser lo que en un principio debería de ser, Administrador de los bienes públicos, a ser un Dictador de los bienes públicos. Han pasado de servir al pueblo que les ha puesto en su sillón, a manejarnos cual marionetas. Confunden la confianza que se ha puesto en ellos con el poder.
Y todo esto, sirva como aclaración, no va dirigido a uno u otro partido político, a una u otra tendencia política. Va dirigido a la clase política en general. Hagan el favor de dedicarse mas a servir, que es para lo que se les paga, y muy bien, y olvídense del poder que se les ha dado para realizar su tarea.
Toda esta parrafada anterior, por supuesto, no es la panacea o la solución para terminar con la crisis, es un detalle mas, en mi opinión, para combatirla. Quedarían muchas cosas mas, muchos condicionantes mas para solucionar este problema del denominado "primer mundo", porque lo que es a la gente que se muere de hambre o de sed, o en las guerras, me da la impresión que les importa un pito esto de la "crisis mundial financiera".
Frase del día: "cuando el sabio señala al cielo, el necio mira el dedo"

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